Cada persona tiene un concepto de felicidad diferente. Es en muchos sentidos como el amor: sentimiento que todo mundo entiende pero nadie puede definir por completo.
Analizando la felicidad como parte de la evolución del hombre, no es posible percibirla como la razón de existir del ser humano. Al igual que cuando los primeros hombres experimentaban el miedo y se preparaban para correr -y sobrevivir-, la felicidad es una reacción química que nos preparó para algo y jugó un papel que hace que nuestra especie continúe en el planeta. Yo la visualizo como un motivador a corto plazo, o símplemente una manera voluntaria y personal de justificar una acción para poderla mostrar ante la sociedad y lidiar con la crítica.
¿Por qué vincularla con acciones sociales? El hombre es un animal social; sin la formación de núcleos cooperativos grandes, hubiésemos acabado extintos como el Neanderthal. Intento explicar el porqué nos sentimos como pavorreales al tener poder sobre otros, al ser aceptados y admirados, o símplemente al cuidar de un ser vivo que depende de nosotros.
Las acciones que perduran en la historia del hombre son la valentía, la honestidad, el poder y el liderazgo, entre otras. Eso es el motivo por el que uno podría vivir en realidad, no para ser feliz. Por favor, si alguien encuentra en alguna enciclopedia algún ser humano cuyo mérito más importante haya sido ser feliz, hágamelo saber a la brevedad.
Llegar a ser feliz es intrascendente, utópico e ingenuo. Si la capacidad cerebral del hombre llega un punto donde no puede concebir más deseos, la felicidad puede ser rasguñada. Tal vez los orientales o la casi extinta cultura mesoamericana guarde algún secreto con más contenido que, sin buscar tantas justificaciones, pudiese hacer que nos autoconvenzamos sobre nuestra existencia y función en la tierra.
Como mexicanos, somos anexos al sentimiento sajón sin siquiera sentirlo. Las enseñanzas de depredación latinas las malaprendimos depredándonos a nosotros mismos. Nuestro concepto de felicidad está torcido. Yo envidio al que puede encontrar la felicidad viviendo el american dream en cualquier tierra. Envidio al que puede encontrar paz mental sólo con leer filosofía de otra cultura. Yo busco auténtica felicidad en mis connacionales y no la veo. No sabemos dónde buscarla, ni cómo encontrarla, ni como materializarla perennemente.
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6 comentarios:
La felicidad. Está así bizarro. Al final son solo cosas simples. Es como despreciar el esfuerzo propio, porque se necesita de alguien alrededor.
¿Qué tanto la felicidad es falta de ambiciones?
Pero mi ambición es saber más. Lo único que sí se es que el saber más solo lleva a lugares oscuros donde solo hay mas preguntas. Nadie quiere enfrentarse a las preguntas.
Wei, te la voy a cambiar.
Nadie quiere enfrentarse a la felicidad. Por eso sólo disfrutamos de momentos, o cosas simples.
¿Porqué querríamos trascender? ¿Cuál es el punto de estar en una enciclopedia?
Si, solo los valerosos o ambiciosos han pasado a la historia, y los recordamos, e inclusive podemos decir que sus vidas tuvieron sentido para nosotros. Pero ¿qué tanto sentido tuvieron para ellos? Se dedicaron a cumplir esas ambiciones y tal vez murieron satisfechos, pero tal vez no. Eso no lo sabemos. En ninguna enciclopedia aparecerá aquel cuyo merito fue ser feliz. Y eso me parece un horror, porque ese sujeto seguro que murió satisfecho. ¿No es un mérito renunciar a la idea de que debemos hacer algo con nuestra vida además de vivirla? ¿Así tan seguro estas de que la vida es más que esos momentos de felicidad?
No hay que confundir “felicidad” con “confort” o “consumismo” como bien has señalado. Creo que los ambiciosos, los que cambiaron el mundo, también aspiraban a al felicidad, y creyeron que la encontrarían sacrificando su vida por “algo”…cuando es a conciencia, me parece un camino tan valido como el de vivir al borde de la playa, comiendo lo que se pesca, sin mayor pretensión.
La felicidad ha sido un arma química que nos permite seguir aquí, pero jamás será el motivo de la vida del hombre.
Vivir sin ambición ni pretensiones y disfrutando de ella no tiene nada de malo, pero no es importante. Ni lo será. Si nuestra raza se dedicara a hacer eso, se extinguiría.
El querer trascender es lo que nos ata a este mundo. Me atrevo a decir que es el comportamiento más humano que jamás podremos tener.
La vida sin ambiciones no es “importante”. ¿Para quién?
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La necesidad de trascender es definitivamente uno de los rasgos que nos define como humanos, que nos separa del resto de las bestias que por esta tierra caminan.
De ahí a decir que desapareceríamos como especie sin ella, no. No, lo que nos mantuvo vivos no fue la necesidad de trascender sino la más simple necesidad de sobrevivir, que es lo mismo que mantuvo vivo a las ratas, las cucarachas y demás.
El instinto asesino que desarrollamos para sobrevivir, aunado a nuestra capacidad simbólica (es decir de crear significados), única en el reino de lo vivo en la tierra, nos hizo crear la ilusión de trascendencia cuando ya sobrevivir no era una prioridad, porque dominábamos nuestro entorno.
Insisto, Alejandro, Julio César, Aníbal, Cristóbal Colón, Zapata hicieron lo que hicieron, que al final fue trascendente, porque creían que en dedicar sus vidas a “algo” encontrarían felicidad.
La felicidad en los términos que nos la han enseñado es una mentira (una esposa, un “buen” trabajo, bonita casa).
Pero son esos términos que son falsos, no la felicidad en si.
Alguien que su objetivo de vida era ser feliz y murió siendo feliz (a su modo: La Madre Teresa de Calcuta.
Para quien la felicidad es algo diferente.
En el diccionario la definición de felicidad es:
Estado de ánimo de la persona que se siente plenamente satisfecha por gozar de lo que desea o por disfrutar de algo bueno: la felicidad era el objetivo último del ser humano, y la riqueza (es decir, la propiedad libre, individual y absoluta), su principal baluarte.
Sí, como tu dices a la graaaan mayoría de nosotros nos da pavor llegar a sentir esa satisfacción. Pero también a veces para alcanzarla una vez que nos animamos a obtenerla, el camino no siempre es fácil.
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