jueves, 24 de marzo de 2011

Incontinuidad e inactividad como decisiones automáticas por negligencia

Creo que es justo decir que esta sensación de inmovilidad, insatisfacción y falta de tangibilidad es una rara combinación de la situación en sí y una negligencia de mi parte por no acelerar el proceso. Ésto me ha llevado a pensar que la situación lleva a un estado en donde los químicos del cerebro (léase aminas y neurotransmisores varios) predispongan a una retroalimentación que perpetúa el estado. Claro, no se pueden ignorar los factores externos como el clima y la luz, pero a lo que voy es que la situación predispone al individuo a este estado.
Ahora, esto debe conllevar en sí un cambio estructural en el cerebro que debe ser medible de alguna forma. Esta idea es quizás lo más positivo que surgió de la situación en sí. Y como idea sirve de consuelo. Para dejar este estado sólo falta decidir hcaer algo respecto, lo que igualmente implica cambiar el funcionamiento cerebral a nivel de estructura.

domingo, 16 de agosto de 2009

De evasiones y salidas falsas

Algo que es casi perenne y que sin embargo es poca veces abordado y discutido en detalle es la presencia de las evasiones y las salidas falsas. Hablemos entonces de las evasiones y las salidas. Es importante ya que tienen un impacto directo con la decisión, la acción, la intención de salir de la mediocridad. Son las mediadoras de la mediocridad, en una parte por lo menos. Como con todo, y a estas alturas ya, algunas evasiones y salidas falsas son difíciles de evitar al punto que es posible que sean completamente necesarias. Más aún, la existencia de esta particular clase de difíciles evasiones y salidas falsas arguye fuertemente en contra de una de sus particulares creencias, la vida a futuro o más bien, el desprecio al momento.

Es claro, la tendencia o más bien el ideal es hacia un compromiso, que se representaría en una inmersión en la actividad pertinente al tiempo, el despegarse de la mediocridad, en apariencia a costa de todo, una soledad absoluta, la vida ascética pregonada por aquellos grandes que han dejado eso como testimonio. Ahora, la cuestión es cual es en realidad el motor, o el motivo para despegarse. La respuesta más obvia y la cual es una seducción a la cual pocas veces se resisten es la alimentación del ego. Una respuesta alternativa es para usar esta separación, este ejemplo, para ayudar, para hacer el bien. Previamente discutido, este hacer el bien es cuestionable en cuanto a su verdadera intención. De entrada, su motivo es cuestionable debido a una intrínseca tendencia a despreciar cualquier historia que no sea la de ustedes. Esta tendencia no es racional, pero sin embargo están conscientes de su existencia y más aún, de los momentos en los que se presenta. El desprecio a la misma gente que pretenden ayudar, o de la que quieren obtener algo. Primera evasión. La forma cruda de “ustedes creen que el mundo les debe algo”. La ponen en acción, le dan forma y existencia. Y lastima. Y lo saben. Y después es llegar a curar la herida que ustedes causaron. Entonces, es hacer el bien por satisfacción propia, no por el bien en sí. En los momentos donde la verdadera oportunidad se presenta, generalmente se retraen. Y aquí entra el argumento fuerte a favor de las evasiones y salidas fáciles de naturaleza casi adictiva.

Es la prueba de fuerza, la decisión a salir de la mediocridad, de probarse que pueden evitar las salidas a voluntad, el ver a futuro esperando que el cúmulo en realidad signifique algo y no se den cuenta al final que fue sólo una serie de momentos consecutivos pero inconexos. Generalmente, estas pruebas, en cuanto a personas se refieren, traen un dejo de conflicto moral o de índoles similares. Es una condición casi patológica en ustedes, el crear el escenario psicológico adecuado para crearse la adicción y después tratar de creer que saben que es más mal que bien. El tironeo, las palabras impregnadas de veneno (generalmente en el formato más impersonal posible), seguidos de periodo de desconocimiento. Es la prueba de fuerza. Mujeres, amigos, entre ustedes. Normal, normal. La diferencia como siempre es su conciencia sobre el fenómeno.

Hay, detrás de todo esto, un motivo de querer satisfacer algo. Este algo es la debilidad representada en necesidad de compañía, de salir de la rutina, de rasgar el velo que los separa de su creencia ciega y casi religiosa en la existencia de una verdad absoluta (comparable a la fe en el cristo). Cada una de estas razones es potencialmente una salida decepcionante, una evasión. A sus ojos, el motiva que convierte éstas en salidas falsas es su sed e imagen de autosuficiencia. Su superioridad. Sin embargo, el deseo de satisfacer es real, y es una causa de sufrimiento. Para acompañar, está el conflicto moral, que es de alguna manera algo similar a la fe en el cristo. El que la hace la paga. El cúmulo entonces sí cuenta. El juicio al final. Son cosas más allá del control de lo real que sin embargo comparten la casilla con la verdad absoluta que buscan. Y entonces, estas salidas difíciles, estas evasiones necesarias se apoyan en una frase recientemente expuesta por Luis Enrique, el príncipe de la salsa. “Sólo este momento es realidad”. Fuente de su desprecio, antítesis de su ideal. Sin embargo, qué tanto el ideal no es una evasión. Qué tanto la realidad de este momento no es la evasión para salir de su inmunda y triste existencia necesitada de gente que desprecian, que utilizan, que malcuran. Y el ciclo moral recomienza. Y la caída es infalible e indiscutible. La realidad es los ciclos, como el nuevo disco de Luis Enrique. ¿Qué hacer? Así, el futuro y el presente están jodidos, y el pasado es gris e indistinto con recuerdos pocos de risas auténticas y felicidad verdadera. Quizás el recurrir al pasado, es decir, en qué tan lúcido es un recuerdo y que tan emotivo resulta, es el método adecuado para analizar si sus decisiones o indecisiones fueron en realidad una evasión, una salida falsa.

martes, 21 de abril de 2009

Visitaciones nocturnas

Es en la exploración de las acciones y en el análisis después de ellas cuando más o menos podemos una imagen de nosotros. Y aún con un intento honesto de concienca y objetividad, la consistencia es algo inatenible.
Ir y venir sin sentido, sin cuajar, sin concretar. Es la historia de los perseguidores. La característica es la falta de compromiso. La razón de la misma es mantener una libertad que es cuestionable. No digo que sea general, porque en términos concretos hay quienes obtienen y progresan. Pero esto va en otra dirección.

¿Qué tanto era el control? ¿Qué tanto era lo mismo? ¿Qué tanto nadie estaba viendo? ¿Qué tanto era promiscuidad? ¿Qué tanto era conformismo? ¿Qué tanto era conciencia? ¿Qué tanto afán por destruir? Dibujas líneas, los nodos ida y vuelta tas tas rayones frecuencia grosor. ¿Qué tanto era irresponsabilidad y decepción? Va viene va viene impide conciencia castigo a voluntad falso regreso falso empezar.

¿Y qué crees? EL tiempo no pasa, otra vez. Días y días de lo mismo y la mente sin avanzar. ¿No sería mejor hacer un dibujo? Las líneas yendo y viniendo conexiones semiconexiones ida y vuelta y nada concreto. Nada concreto. Nada terminado. Y en el camino van dejando seguidores que creen en lo que dicen, que creen que empiezan a pensar por sí, que los empiezan a ver con admiración y con desconfianza.

viernes, 16 de enero de 2009

Rudimentos de economía aplicados al malviaje-Parte Primera

En la economía de la especulación las profecías son autorrealizables. Si los expertos dicen que tal empresa se va a dar en la torre todos sacan su dinero, y sin dinero, la empresa se da en la torre. Infinidad de casos demuestran que una empresa puede perder todo su “valor” sin perder a un solo cliente, despedir a un solo empleado y conservando toda su infraestructura.

Los financieros, con sus profecías, controlan sin arriesgar nada, los destinos económicos de miles de miles de individuos.

¿Que tanto nuestras profecías son también autorrealizables? ¿Que tanto nosotros mismos condicionamos el éxito o fracaso de nuestra pequeña empresa individual? Esto raya en la insípida conferencia inspiracional, pero habría que tomarlo en la siguiente dimensión: ¿Que tanto nuestras profecías pueden influenciar los destinos de miles de miles de individuos, o de nosotros mismos? El poder de algunas mentes sobre masas vulnerables es innegable. ¿Donde nos colocaremos nosotros dentro de eso? Es un hecho que nuestro alrededor nos otorga meritos que no tienen fundamento en la realidad. De la misma manera que, aun ahora, los economistas voltean hacia el Gringo en busca de guía económica, a pesar de que es la nación con la mayor deuda del mundo.

El malviaje es autoinflingido, producto del, creemos, objetivo autodesprecio. Y al despreciarnos terminamos autosaboteandonos. Si la mentira convence a los demás, porque no a nosotros mismo? Nuestros estándares son más altos. Quizás. O quizás solo estamos siguiendo la predicción que nosotros mismos lanzamos.

Puede decirse que como en la economía de la especulación, cuando la disparidad entre el invento y la realidad llega a un extremo, el sistema se da en la madre; así igual cualquier mentira que digamos nosotros tiene un límite. Pero lejos estamos de él, puesto que nada hemos hecho.

Al final es igual, dijimos algo y nos lo creímos, y ya no pasa nada. Igual habría que creernos otra mentira.

miércoles, 17 de diciembre de 2008

El círculo

Después de unos meses de inactividad, he decidido que era tiempo de retomar al sublenguaje. Originalmente su idea y su intención eran atractivas, pero como es comun en nosotros, fue solo una racha. En un intento seguramente futil, escribo sobre el círculo. El sublenguaje es una víctima del círculo, así como todo lo que hago.

La vida a base de rachas es quizás lo más distintivo en la vida. Es una muestra de la aleatoriedad de nuestras acciones, decisiones. Es una muestra de que el atener un estado de voluntad es algo que raya en lo imposible. Es una muestra de indecisión, de no querer renunciar, de no querer envejecer, de no querer conformarse. Todo eso está bien en alguien joven y relativamente rebelde.

La noción de asco sobre el sedentarismo de nuestras vidas no es nueva. El autoconvencimiento de que lo que uno hace es suficiente motor para seguir es algo que a cualquier con conocimiento del absurdo le parecería ridículo o ignorante.

EL círculo es ir y venir de estados de alta estima y de autodestrucción. Es un producto del razonamiento y retroalimenta el ago de la razón. Lo más cagado del caso es que el entrar y salir del círculo es algo que por lo menos yo no puedo decidir. La pinche libertad de decisión es pura mamada. El libre albedrío. Son ciclos neuronales, hormonales.

Pero que tanto esto no es también una excusa para justificar el estado de insatisfacción constante.. El atener un estado de voluntad es equivalente a creerse una mentira. Pero creerse esa mentira a fondo es lo que da valor a vidas individuales. A menos de que por principio se tenga una perspectiva de la vida completamente diferente.

domingo, 14 de septiembre de 2008

.ca

Se supone que estar aislado me enseñaría cosas de mí mismo. Que estando aquí solo, en una situación absolutamente nueva me obligaría a reaccionar, me haría rifarme y por ahí descubrirme.

Sin embargo, mis días no son tan diferentes que mis días en el DF. Hablo con tanta gente aquí como allá, paso tanto tiempo encerrado, físicamente, pero también “en mi mismo”. Me parece evidente que hay situaciones nuevas que me harán aprender de mí, y crecer tal vez. Pero sigo mirando con desprecio al mundo. Sigo pensándome por encima de todo, mexican o Canadian, y sigo jurando en nombre de principios que, aunque posiblemente validos, por su misma naturaleza me impiden confirmar donde estoy realmente en esas escalas que nos inventamos.
Me estoy cagando de miedo, y eso ya es bueno. Pero donde sea somos quienes somos, y la raíz de todo mal sigue estando en nosotros mismos, en nuestra inteligencia capas de racionalizarlo todo, nuestra elevada autoconfianza que nos dice que podemos con todo y nuestra pobre autoimagen que nos dice que nada de lo que hacemos es suficiente.

El cielo despejado .ca solo hace más evidente eso que ya se.