Después de unos meses de inactividad, he decidido que era tiempo de retomar al sublenguaje. Originalmente su idea y su intención eran atractivas, pero como es comun en nosotros, fue solo una racha. En un intento seguramente futil, escribo sobre el círculo. El sublenguaje es una víctima del círculo, así como todo lo que hago.
La vida a base de rachas es quizás lo más distintivo en la vida. Es una muestra de la aleatoriedad de nuestras acciones, decisiones. Es una muestra de que el atener un estado de voluntad es algo que raya en lo imposible. Es una muestra de indecisión, de no querer renunciar, de no querer envejecer, de no querer conformarse. Todo eso está bien en alguien joven y relativamente rebelde.
La noción de asco sobre el sedentarismo de nuestras vidas no es nueva. El autoconvencimiento de que lo que uno hace es suficiente motor para seguir es algo que a cualquier con conocimiento del absurdo le parecería ridículo o ignorante.
EL círculo es ir y venir de estados de alta estima y de autodestrucción. Es un producto del razonamiento y retroalimenta el ago de la razón. Lo más cagado del caso es que el entrar y salir del círculo es algo que por lo menos yo no puedo decidir. La pinche libertad de decisión es pura mamada. El libre albedrío. Son ciclos neuronales, hormonales.
Pero que tanto esto no es también una excusa para justificar el estado de insatisfacción constante.. El atener un estado de voluntad es equivalente a creerse una mentira. Pero creerse esa mentira a fondo es lo que da valor a vidas individuales. A menos de que por principio se tenga una perspectiva de la vida completamente diferente.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario