domingo, 16 de agosto de 2009

De evasiones y salidas falsas

Algo que es casi perenne y que sin embargo es poca veces abordado y discutido en detalle es la presencia de las evasiones y las salidas falsas. Hablemos entonces de las evasiones y las salidas. Es importante ya que tienen un impacto directo con la decisión, la acción, la intención de salir de la mediocridad. Son las mediadoras de la mediocridad, en una parte por lo menos. Como con todo, y a estas alturas ya, algunas evasiones y salidas falsas son difíciles de evitar al punto que es posible que sean completamente necesarias. Más aún, la existencia de esta particular clase de difíciles evasiones y salidas falsas arguye fuertemente en contra de una de sus particulares creencias, la vida a futuro o más bien, el desprecio al momento.

Es claro, la tendencia o más bien el ideal es hacia un compromiso, que se representaría en una inmersión en la actividad pertinente al tiempo, el despegarse de la mediocridad, en apariencia a costa de todo, una soledad absoluta, la vida ascética pregonada por aquellos grandes que han dejado eso como testimonio. Ahora, la cuestión es cual es en realidad el motor, o el motivo para despegarse. La respuesta más obvia y la cual es una seducción a la cual pocas veces se resisten es la alimentación del ego. Una respuesta alternativa es para usar esta separación, este ejemplo, para ayudar, para hacer el bien. Previamente discutido, este hacer el bien es cuestionable en cuanto a su verdadera intención. De entrada, su motivo es cuestionable debido a una intrínseca tendencia a despreciar cualquier historia que no sea la de ustedes. Esta tendencia no es racional, pero sin embargo están conscientes de su existencia y más aún, de los momentos en los que se presenta. El desprecio a la misma gente que pretenden ayudar, o de la que quieren obtener algo. Primera evasión. La forma cruda de “ustedes creen que el mundo les debe algo”. La ponen en acción, le dan forma y existencia. Y lastima. Y lo saben. Y después es llegar a curar la herida que ustedes causaron. Entonces, es hacer el bien por satisfacción propia, no por el bien en sí. En los momentos donde la verdadera oportunidad se presenta, generalmente se retraen. Y aquí entra el argumento fuerte a favor de las evasiones y salidas fáciles de naturaleza casi adictiva.

Es la prueba de fuerza, la decisión a salir de la mediocridad, de probarse que pueden evitar las salidas a voluntad, el ver a futuro esperando que el cúmulo en realidad signifique algo y no se den cuenta al final que fue sólo una serie de momentos consecutivos pero inconexos. Generalmente, estas pruebas, en cuanto a personas se refieren, traen un dejo de conflicto moral o de índoles similares. Es una condición casi patológica en ustedes, el crear el escenario psicológico adecuado para crearse la adicción y después tratar de creer que saben que es más mal que bien. El tironeo, las palabras impregnadas de veneno (generalmente en el formato más impersonal posible), seguidos de periodo de desconocimiento. Es la prueba de fuerza. Mujeres, amigos, entre ustedes. Normal, normal. La diferencia como siempre es su conciencia sobre el fenómeno.

Hay, detrás de todo esto, un motivo de querer satisfacer algo. Este algo es la debilidad representada en necesidad de compañía, de salir de la rutina, de rasgar el velo que los separa de su creencia ciega y casi religiosa en la existencia de una verdad absoluta (comparable a la fe en el cristo). Cada una de estas razones es potencialmente una salida decepcionante, una evasión. A sus ojos, el motiva que convierte éstas en salidas falsas es su sed e imagen de autosuficiencia. Su superioridad. Sin embargo, el deseo de satisfacer es real, y es una causa de sufrimiento. Para acompañar, está el conflicto moral, que es de alguna manera algo similar a la fe en el cristo. El que la hace la paga. El cúmulo entonces sí cuenta. El juicio al final. Son cosas más allá del control de lo real que sin embargo comparten la casilla con la verdad absoluta que buscan. Y entonces, estas salidas difíciles, estas evasiones necesarias se apoyan en una frase recientemente expuesta por Luis Enrique, el príncipe de la salsa. “Sólo este momento es realidad”. Fuente de su desprecio, antítesis de su ideal. Sin embargo, qué tanto el ideal no es una evasión. Qué tanto la realidad de este momento no es la evasión para salir de su inmunda y triste existencia necesitada de gente que desprecian, que utilizan, que malcuran. Y el ciclo moral recomienza. Y la caída es infalible e indiscutible. La realidad es los ciclos, como el nuevo disco de Luis Enrique. ¿Qué hacer? Así, el futuro y el presente están jodidos, y el pasado es gris e indistinto con recuerdos pocos de risas auténticas y felicidad verdadera. Quizás el recurrir al pasado, es decir, en qué tan lúcido es un recuerdo y que tan emotivo resulta, es el método adecuado para analizar si sus decisiones o indecisiones fueron en realidad una evasión, una salida falsa.